Cordones
desatados, parado frente a la góndola. Piensa, discierne según su necesidad de
satisfacción qué yerba mate llevará. Parece ser que ninguna lo convence.
Observa a su alrededor, busca algo que él ni siquiera sabe.
De
reojos, ve a alguien a través de la vidriera. El vecino de enfrente camina en
dirección al maxikiosco con su bolso de mandados. Su corazón empieza a latir,
una nueva oportunidad está a punto de hacerse presente.
-Hola,
dame un paquete de yerba mate… emmm… también, el diario de hoy… fotocópialo diez
veces, puedo esperar –balbucea, trata de sonar lo menos sospechoso posible. El
vecino se encuentra a solo pasos del ingreso. El plan reside en demorar al
vecino para que tal no logre su objetivo; quiere fastidiarlo. Imagina una
situación de atención hacia él. Entretiene a la kiosquera, desea dejarlo
clavado y que se aburra de tanto permanecer en el lugar para que luego se vaya.
-¡Vamos
viejo loco! ¡Cuándo pensás entrar! –discurre; la kiosquera saca fotocopias.
Mientras tanto el vecino de enfrente sigue de largo.